lunes, 21 de noviembre de 2011

el doble (poemas que jamás voy a volver a leer)

Una Pepsi fría de vidrio
Mientras viene la pizza
Son las doce de la noche y estoy solo
En esa mesa
Un mozo se acerca diciéndome
Que la pizza ha tenido inconvenientes
Y para disculparse
El dueño del lugar
 a mandado a pedirle que me presenten a alguien.

Por algún motivo no había entendido que la pizza no iba a venir nunca
Y debía retirarme con mi hambre.




Lo dije todo
Lo mío y lo de él
El doble
Veinte frases y ni un imperativo
Aquí firmo un poco tarde
Mi silencio por escrito
mi pedido de desalojo.





La puerta estaba abierta
Entonces entró
Mi living con su escritorio y sus libros
Esa imagen perfecta de genio trabajando

La linterna había quedádose ya sin pilas
Buscó velas, tanteando,
Escarbando mugre, puntos débiles de la escena perfecta

Cuando la encendió
Pensó por qué no incendiarlo todo.



Los días de sol intento ver porqué parte entró,
Debería poner rejas
Un candado más grande,
Pero ya es tarde
Lo peor ya había pasado,
Después de las cuatro am ya no hay nadie que
Irrumpa en una casa con fines hostiles.



Yo lo busco en mi piel
Él se busca en mis poemas

El psicoanálisis
Y tal vez la guía t
Habían perdido utilidad desde que existe la web.


Si te rajo a la calle
Me caigo
Como un cuerpo sin huesos

Fuerte y duro espero la vejez
Para librarnos sin tus huesos secándose al aire
Sin mi cuerpo derretido en el piso
Como un trato hecho.


Mi doble me espera cuando siento que pienso
Atrás de una oreja
O cuando pienso en un libro tal
No voy a leer nada, entendés
No voy a leerte nada, hasta que te duermas
Una noche y pueda salir sin responsabilidades.



Los bares ténues me atraen
Están cerrados
Yo pienso que me escuchás todo esto
Y me avergüenza
Pero peor es saber que fue tu idea.



Ponete vivo
Un día de éstos los hijos gobiernan el mundo
Y son iguales a sus padres
Hasta que lleguen los nietos
Y me digas: la cotideaneidad.



Yo no te escucho
Yo no te escucho
Yo hago lo que quieras sin que me lo digas todavía
Es que soy grande, independiente,
Yo no te escucho
Hago lo que todavía no dijiste que haga
Y un segundo después me lo estás diciendo.




tom

jueves, 17 de noviembre de 2011

explicación de mi noche corta

La fiesta terminó al instante
De mi cabeza al fin y yo con la emoción despierta

así disperso el juego:
Apagar la mayor cantidad de luces posibles,
Es que me encantan tanto las luces;
Y entonces el hombre a oscuras,
Un hombre a la luz tenue se diría.
Se basa todo en mirar mis manos
Que son más bien pequeñas
Como las de una niña
Y por eso el estremecimiento
Y por eso todo esto en mi reversible nocturno.

Vuelvo a mirarlas y me siento realmente conmovido,
Pienso en que no importa que la fiesta termine
Y tampoco mi tristeza inmediata que se queda
Ni  mucho menos mi adhesión al presente inamovible
O mi amistad atada al espanto

Porque estoy desesperado por vivir.


tom

martes, 15 de noviembre de 2011

fracasos

porque para sorprender
¿no mejor mago que escritor?

Los perros de Muñiz




La mitad de mi historia es el final de la historia. Por lo tanto una narración poco peligrosa, comenzaría con los hechos en su forma pura, más cerca del desenlace, en el puro nudo, sin introducción, sin más detalles precisos que los que la acción va desarrollando.
Como única excepción, como único dato enciclopédico digo que la ciudad de Muñiz es una ciudad de apenas siete cuadras de ancho, por unas treinta de largo aproximadamente, un rectángulo caprichoso entre el centro de San Miguel y la foránea Bella Vista.
Vive maldiciéndolo, cada vez que llega a su casa desde su largo viaje. ¿Por qué, por qué tan tarde, tan lejos, por qué siempre ella la que llega y no la que lo recibe? una bola de fuego en ella, porque todas las respuestas se las guarda él bajo llave, bajo llave de una llave perdida. Él tampoco sabe, se petrifica en las preguntas. Sí, sabe ver  en sus ojos rojos cuando está dos horas de más de la acordada esperando que él llegue a su casa y casi dormida y entonces para qué si son las 2 am y a las 8 arriba, para qué, qué es este contrato de quererse tan tarde, a altas horas, por poco tiempo, tan cansados del día, en una ciudad tan descuadrada y tan lejos de una capital donde ella viva.
Querría disfrutar del día, ir en bici, ella en la bici que está guardada en lo de un ex novio y él en su aurora naranja tan pistera y galana,  hablarían de los árboles del barrio y de las casas más típicas de Muñiz donde las viejas son parientes eternas de la gente de San Miguel y recuerdan sin edificios todos esos edificios alrededor. Querría que él le hable de sus preferidos alóes que abundan y florecen y desflorecen constantemente en los jardines de las mismas señoras, y qué anden sin manos en la bici y tengan siempre un destino de amigos dónde caer por la tarde y hablar de todo lo lindo que vieron en el camino y desear la vuelta, desear volverse a encontrar solos en casa cuando lleguen medio transpirados y cansados del sol y él prenda las luces de farol de afuera y las del patio y la infinidad de lámparas del living; cocinar, tener realmente hambre y que suene el clac del vino que él abre mientras ella se hace unos fideos tan ricos, a la francesa con sus especias, con todo su especial de especias.
Sin embargo todo se torna más rotundo, menos milimétrico, un tanto agotador, más agotador que ir en bici desde los puteríos de ruta 8 hasta la Gaspar Campos de ida y de vuelta. Cansancio distinto, un stres complejo, porque si bien él se sabe todos los nombres de las calles, los caminos seguros de perros que lo corran y todo eso, siempre llegan cansados, agotados de las labores que los tuvieron todo el día sin bicicletear juntos a lo de un amigo, incluso en horarios alejadísimos de la cena, ya sin hambre, habiendo comido solos, comida pre hecha, de delivery o de gente que vive sola y trabaja mucho.
¿Le contó que su barrio, ese barrio que ella conoce ya mucho pero más de noche, se llama "la villa del perro"? se llama así, porque hay infinidad de perros que según dicen saltan todas las noches los paredones altísimos que separan campo de mayo de la ruta 8 para meterse en el barrio y ser más y más y acabar con algunas tiranías felinas. Hay más perros que gente en Muñiz y por eso tantos perros callejeros, que duermen en medio de las calles hasta que pase chiflando el 182 y se despierten del sueño que estaría soñando un perro,  corriéndose entonces levemente hacia el cordón, en ese movimiento exacto pero tranquilo de escabuirse sin que nunca los atropellen.
Fueron dos perros amigos alguna vez, en un Muñiz no tan lejano como olvidado, andaban de acá para allá moviendo las colas y asechando los gatos de la calle Haedo, nunca tenían miedo, y como no había tantos muertos hechos perros detrás de los paredones militares, tenían cierta libertad incluso los vecinos humanos se soprendían de ver caninos tan elegantes y puros como ellos, tan compañeros que todos los alimentaban con comida mucho más rica que la que comen ahora en este destierro del tiempo. Fue otra vida, que se acabó cuando dos personas  alquilaron la casa contigua e idéntica a la que ahora mismo él alquila, en la que ella lo visita en las noches, él aún no vivía ahí, pero de perro siempre le había atraído, un chalecito de techo a dos aguas y tejas que tenía una reluciente valla de madera con dos portones: el chico y el grande, perfecta.
Sus papás, hasta el momento desconocidos lo engendraron y hubo que ceder de la mutua compañía entre esos perros, él desapareció así como si nada y fue creciendo en una panza, ella unos años antes se fue en el Urquiza a una capital y ahí se quedó para ser más casualmente que él: la hija de alguien.
 No recuerdan jamás su amor canino, de hecho critican a esos perros que ladran con la sirena de bomberos en la noche, gritan fuerte, agudo, como niños intentando dejar de ser perros, es ahí cuando Muñiz se llena de incertidumbres, cuando se hace un pueblo pequeño digno de ser investigado por algún tipo de antropología metafísica.

tom

sábado, 5 de noviembre de 2011

LO ÚLTIMO DE LA LITERATURA (o LA ELITE QUE LO SABE DEBE CALLAR PARA SER ELITE Y QUE LA VIDA NO MUERA)




                                     A mis más queridos hermanos Agustín y Facundo, porque diremos tanto cuando cada uno vaya muriendo sus poemas…



Los otros decían que se iban
Yo llegué porque dije mal mis datos
Y entonces por error siempre estoy en este aquí donde no es nada.
Y la idea de V.I.P.  se me desmembró, estaba repleto de gente
Que ni caminar podía
Acaso esa no es esa la idea contraria a esa sigla que ni sé qué contiene?
No será que estoy tan poco bronceado para estar aquí?
Y entonces una pintura
Entre los lasers de color
Son tan cool esos tres obreros de los 30`s sentados en la viga de un edificio alto leyendo hojas, otro bebía el contenido de un jarro con mirada furtiva,
pensé que leían sus derechos,  pensé en la lucha obrera y en por qué todo eso había desembocado en un bolichote de comerciantes millonarios del conurbano bonaerense,
sentí pena,  por mi, por ellos,
y ellos sintieron pena de mí sintiendo pena por ellos
mientras todo era regido por la magia semántica de la moda,
me siento crudo al decir
es una confesión
y también
qué hago yo acá? Cuidándome de las arañas, de un desasosiego extraño.

Si, es un buen día, una noche hermosa para corregir todos mis textos
pero odio que canten los pájaros cuando no puedo escucharlos
cuando no puedo cantar yo también
los odio o los envidio.

que se escribe de parado le confieso a mi amigo perverso hundido en soledades que yo he frecuentado
que escribir es lo último de la literatura a la cual solo denomino como hermosa;
que se presiente una sed todo el tiempo
que solo es saciada con más sed
y no hay lápiz así tan de golpe,
que todo va muy rápido
como la poesía en éstos tiempos de joda 24 horas.

Por eso van a recordarme:
Por no escribir lo que debería,
Por no poder lo que tendría que poder.

Espero y agarro el único atado de cigarrillos de paquete común entre todos los box de la mesa
(he notado frecuencias, he visto diagramas de cosas sociales ésta noche y me los callo ciego)
que es el mío y prendo uno de los
tan comunes cigarros profesionales de otros tiempos mejores,
un poco después que algún otro habitante de este momento,
un habitante más familiar del lugar lo haya hecho,
el problema es que no hay un cenicero,
por lo tanto mi cigarrillo y mis ganas de fumar deberían coordinarse con las de otro fumador más “habitué” de lugar y con las reglas propias de un sitio así incorporadas,
 debo copiar las normas
por ejemplo: tirar la colilla al piso unos segundos después de haber observado al expertos indicado y sentirme validado para hacerlo, cosas incómodas.

entonces una vez más
pienso en los obreros de la viga
tras esa ciudad que nacía años antes de que sea ésta adolescente que nos sostiene,
las miles de ventanas,
miles de ventanas de las miles de vidas tras la ventana,
los veo medio enanos
(un estilo propio del pintor, un efecto que los hace más fieles, supongo)
pienso en las millones de vidas olvidadas,
la memoria de la humanidad no tiene tanto tiempo, ni tanto lugar
para olvidar ni recordar
como se requeriría hoy en día,
he olvidado también yo sus vidas,
aún antes de saberme y que me sepan vivo

entonces
cómo me recordarán?
me recordarán?
sabrán de mí los olvidados y los que han de olvidarse por todos algún día?
podremos perdonarnos tanto olvido entre tanta vida?
qué efímera sentencia tiene cada uno de nuestros minutos
aún los minutos únicos,
esas vidas, que aún hemos comprendido como única chance de existir.

si el fin de la literatura es todo esto
necesito tantas vidas para poder este homenaje
que mejor ni escribir,
que mejor sentir que es menos claro para todos mi segundo de claridad
aún más claro para mí y para los que habitan a mi alrededor
mirando trivialmente esa pintura entre shampáns de tres litros sin gas ya.

y yo que me vuelvo a decir
y que le repito a Agustín para que me repita cuando me sobreviva provechoso:
escribir es aún lo último de una literatura viva
que despierta y sufre
que soporta la profesía del ser humano comprendiendo en carne propia.



Tom